Uhhh cuántas cosas podré acordarme de lo que aprendí en 2023.

Aprender es un esfuerzo que requiere algo de autocrítica, convencimiento y voluntad de cambio.

Vamos con los hallazgos del año, y los descartes.

Aprendí en el bordado que cuanto más se cubra la superficie de soporte con puntos, collage, hilos y lanas más se nutre el trabajo. Eso es algo que atesoraré. Tul, telas recortadas, galones, mostacillas nuevas y viejas, de plástico y de vidrio, dijes, aros sin su par, botones con formitas, todo alcanza para adornar el bordado.

Aprendí que cada tanto hay que jugar. Hay que dedicar un tiempo al arte, y dedicarle el entusiasmo a planificar, buscar sentido, organizar la paleta de colores y ejecutar un trabajo de arte. Pero en algún momento hay que tomar las agujas de tejido o crochet y hacerse un chal, una manta para regalar o un sweater. Las manos necesitan descansar del mandato creativo y dejarse fluir.

Aprendí que cuando un hijo se va lejos, puede hacerlo para encontrar su camino. Que necesitaba probar sus fuerzas, y que ese movimiento puede ser para siempre. ¿Cuál será el misterio que hace que prefiera la distancia a la cercanía familiar?

Aprendí que en el taller tengo todo lo que necesito para trabajar mi arte textil y los hobbies. Tengo lanas, hilos, telas, guata. Y que hay más de lo que necesito, por lo que puedo trabajar con todo durante mucho tiempo. Eso fue algo que aprendí después de la pandemia.

Aprendí que hay que vincularse con los vecinos, no son familia pero están cerca; ellos pueden llamar a la familia, al médico o pasarnos el teléfono del delivery que no encontramos, la pena es cuando ellos no quieren vincularse con nosotros. Ojalá no nos necesiten…

Aprendí que los amigos son todos diferentes, que es necesario cultivar la amistad también en las malas, y que es en esos momentos en que debemos tenerlos presentes todos los días por si nos convocan.

¡ Feliz Navidad y Buen 2024 !