«Quien guarda, tiene», frase remanida pero aplicable a la cuarentena que nos mantiene encerrados hace cinco meses.
Trabajar con lanas, telas, hijos, agujas y tijera no es lo más complicado, el tema se oscurece cuando las telas no son del color que necesitamos y la lana no nos alcanza.
Adónde comprar si está todo cerrado? Pocos productos como esos se pueden comprar online, hay que tocar la suavidad de la lana, el grosor de la tela, el brillo de los hilos.
Pero…como el que guarda, tiene… yo aprendí a arreglarme con lo que tengo, que no es mucho porque no paso la cuarentena en donde está mi taller.
El Libro Textil
La cuarentena nos bautizó en los talleres online, que nos permitió tomar curso con profesores que se encuentran en otros lugares del planeta.
Así, es que tomé un taller de Libro Textil con Mandy Patullo, una artista inglesa experta en collage textil que, como buena inglesa, trabaja con materiales usados, reciclados, comprados en ventas de garage.
En mi caso, siendo una quilters, tengo colecciones de telas nuevas, en retazos si, pero nuevas. Que han llegado a mis manos y han sido prelavadas antes de ser guardadas en el cajón del color correspondiente.
Así que el desafío fue hacer un trabajo textil con elementos usados, que ya han perdido algo de su color, que cuentan una historia pasada que deberá amalgamarse con otros materiales. Recordemos la escasez que yo tenía de muchas de esas cosas. Suerte que tanto encierro me llevó la parte creativa de mi ser a mirar y remirar imágenes en donde descubrí mostacillas, cordones, lentejuelas colocadas sobre distintas telas, y ello me inspiró para este libro.
La pieza se comienza sobre un lienzo de 15 cm de alto por 45 de largo. Se pliegan las hoja como un acordeón, y se fijan con plancha, luego se abre y se colocan las piezas formando un collage.
El collage lo elegí de telas azules, a las que le fui agregando puntillas, encajes, y Liberty of London; y después de coser las piezas, y bordarlas le agregué lentejuelas y mostacillas. Para darle realce a las piezas aplicadas, elegí un hilo fluorescente.
Las puntadas son libres, punto festón, bastilla, nudo francés, todos son bienvenidos. Un poco de relieve siempre queda bien.
Y para concluir, las tapas las hice de fieltro de lana. Las cosí con puntadas invisibles a la tapa y al reverso.
Ya tendrá un título. Por ahora sólo los nombres de la autora y su maestra.
BICHA de CLAUDELINA
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