El tejido es una labor ancestral, y a través del tiempo ha tomado distintos sentidos.

Ha sido un trabajo utilitario necesario para abrigar; un trabajo artístico; una forma de meditación; como instrumento de de transmisión de información clasificada. Todo eso incluido en un ovillo de lana y un par de agujas.

2.000 años antes del nacimiento de Cristo en Egipto se hilaba en el huso la lana de las ovejas. Como se puede ver en las imágenes de la vasija exhibida en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

El uso del tejido no debió ser exclusivo de una clase social como pudo haberlo sido el bordado, que se realizaba como una actividad social e incluía el entrenamiento de una mano que llegara a confeccionar una labor perfecta. El tejido en cambio se conoce como practicado por todas las clases sociales, bastaba aprender y listo, ni siquiera era necesario saber leer y escribir para practicarlo.

En la zona de la Cordillera de los Andes, la técnica del tejido y de dar forma a las piezas, los puntos, el uso de varios colores de lana en una sola pieza, son prácticas que se pasan de padres a hijos, no existiendo libros que contengan esos patrones por ser más fuerte la tradición oral. Los hombres, en la zona de Bolivia y Perú, también son tejedores, suelen dedicarse al tejido de los chullos, gorros que tienen un anexo a cada lado de la cabeza para tapar las orejas y que tienen puntos tejidos en forma de madroño o bodoque muy pequeño.


La importancia de los tejidos en el mundo andino y la diversidad de ocasiones en las que los pueblos que lo comprenden los utilizaban, superaban en gran medida su utilidad ornamental o como vestimenta cotidiana. Su uso se remitía también a aspectos como la identificación étnica y de grupos jerárquicos, así como a la distinción de oficiantes de ceremonias políticas y religiosas importantes. En este último caso, los tejidos y la lana de la que se elaboran constituían también la vestimenta de los ídolos y formaban parte de las ofrendas que se les entregaban. La sacralidad que envolvía a los animales de los cuáles se extraía la materia prima para su elaboración era un factor que realzaba su importancia en el plano religioso.

Waldo Jordán Zelaya

Sus continuadores son los creadores de MyBoshi. Dos estudiantes alemanes Feliz yThomas que mientras estudiaban en la universidad se fueron a esquiar a Japón unas vacaciones. Luego de esquiar todo el día, se aburrían y una compañera de cuarto les ofreció enseñarles a tejer al crochet para que ocuparan su tiempo.

Así fue empezaron a tejer, y vendieron el primer Boshi («gorro» en japonés). Al regresar a Alemania le pidieron a sus abuelas y a las abuelas de sus amigos que tejieran para ellos y así crearon MyBoshi.

Aquí tienes la página web (en alemán) de MyBoshi.

Aquí tienes un artículo en español de MyBoshi.