θ Relatos de un viaje a San Pablo para tomar un curso de bordado sobre fotografía con Aline Brandt. 

θ Dos visitas al mejor knitting café que he conocido hasta ahora: Novelaria.

θ Ernesto Neto en la Pinacoteca 

θ El libro que me gustó y una recomendación de Instagram

Bordado en fotografía

 

EL vuelo desde Buenos Aires, Argentina, a San Pablo, Brasil, dura 3 horas. Un lapso más que amigable para hacerse una escapada de fin de semana más dos días tomados de la semana. Con mi amiga Patti salimos desde Ezeiza, y al llegar a San Pablo nos recorrimos el free shop con una tranquilidad pasmosa. Nadie nos apuraba ni nos esperaba.

Al salir a la calle vimos la parada de Uber, nos tomamos uno hasta el hotel. La tarifa cobrada es la que nos mostró en el teléfono celular el conductor. Ni un peso más.

Taller con Aline Brant

A las cinco y media de la tarde teníamos cita para realizar nuestro taller de bordado en fotografía con Aline Brant. Caminamos siete cuadras, por la avenida Sampaio, cuyo nombre de pila creo que es Teodoro, lo cual es muy importante recordar ya que las calles se identifican por el nombre y no por el apellido que está colocado en letras pequeñas en cada esquina mientras que el nombre de pila es el que se lee desde lejos.

El curso fue organizado por Giuliana Sommantico, gestora cultural, que convoca a artistas, organiza exposiciones y difunde el arte en distintos lugares. Un placer estar con ambas.

Aline Brant es didáctica, cuenta todos sus secretos, muestra varios puntos para aplicar sobre fotografías que son conocidos, pero enseña cómo aplicarlos sobre ese tipo de material rígido.

Lo que aprendí con Aline Brant

El papel fotográfico no es tan frágil como parece, hay que tener la precaución de tener las manos limpias para evitar arruinarlo. Se trabaja con agujas nro 9 y 6. La nro 9 sirve para hacer orificios en la fotografía por donde luego pasarán los hilos, mientras que la aguja nro 6 es la usada para bordar.

El Knitting Café «Novelaria«

Patti me insistió en que debíamos ir a Knitting Café del barrio de Pinheiros. No hacía falta que insistiera, yo hubiese ido igual aunque me lo prohibieran 😉

El negocio es un local profundo, que tiene cuatro livings, un patio con orquídeas y un café. Todo decorado al estilo francés con adornos tejidos que combinan de manera armoniosa. Grupos de tejido conversando; alumnas tomando clases; lanas importadas de Uruguay como Manos de Uruguay y Malagrigo; de Argentina de Milana -bravo chicos!-; Turquía. Bastidores de madera, plástico y bambú.

Los precios son salados, pero la visita vale la pena. Latas con kits de bordado para todos los gustos y todos son lindos. Hilos de bordar teñidos a mano con la paleta ardiente típica de Brasil. Agujas, tijeritas, agujas redondas, bolsos para llevar el tejido.

El segundo día volvimos a tomar un café y seguir comprando. Siempre nos atendieron con afecto y nos acomodamos en sus sillones a conversar de tejido y disfrutar del lugar.

Una visita a la Pinacoteca

Partimos a la Pinacoteca con el fantasma del tránsito del que siempre se habla de San Pablo. Que demorás una vida en llegar de un lado a otro. Que tenés que salir con tiempo y no sé cuantas cosas más. Parece que ese día se alinearon los planetas porque llegamos enseguida y estacionamos cómodamente. 

Visitamos la fabulosa muestra de Ernesto Neto, consagrado artista a nivel internacional. Sus obras están hechas con telas, tejidas al crochet o con la técnica del macramé. Totora, tiras de telas, collage textil, patchowork, medias de seda y nylon intercalados con elementos lúdicos invitan a jugar en su exposición llamada «Soplo».

Neto hace hincapié en la sociabilización, en el encuentro con el otro; y refiere que si el otro no quiere participar igual lo hará al mirar a los que se animan a jugar con su arte. 

 

Ernesto Neto en la Pinacoteca

Sacarse los zapatos y sentarse en sus hamacas, caminar por un útero de tela elastizada, reposar en el centro de la Pinacoteca sobre almohadones llenos de lavanda; circular por medias colgadas de techos sostenidos por balancines es una experiencia que  no hay que perderse, sobretodo cuando en su interior se alojan granos de pimienta negra, de clavo de olor, azafrán y otras especias que perfumaban el aire al caminar entre ellos. Una experiencia olfativa.

Sobre un pasillo una obra en rojo furioso formaba un pequeño laberinto que al ser atravesado me invitó a pasar las manos por los bordes de sus paredes. De un lado tenía una hilera de cascabeles y del otro un camino de semillas que hacían las veces de campanitas. Una experiencia sonora.

 

El último libro que me gustó

Me suscribí a Bukku y en el mes de febrero recibí el libro «Fuimos» de Daniel Tevini. Me encantó. 

Cuenta la historia de un chico que está entrando en la adolescencia en los años ’70 y se debate sobre los descubrimientos que su edad le hace vivir. El despertar de la sexualidad, de la inocente homosexualidad, las relaciones de familia, la independencia de poder salir a la calle solo y la presencia de un tío que circula por su vida con otros parámetros, distintos a los de sus padres. 

 

Una historia escrita por alguien que debe andar en los cincuenta años -igual que yo- pero que supo describir los sentimientos de un adolescente me pareció un desafío interesantísimo.  Adoré los detalles de los años ’70 en la descripción de las marcas de galletitas, los programas de televisión y la fotografía de la calle, al igual que las vestimentas de los personajes familiares. 

Instagram que me gustó

Descubrí en San Pablo a una tejedora de carteras que me encantó: Simone Beltrao. Acá les dejo algo de su Instagram para que la disfruten. 

 

https://www.instagram.com/p/ByrAme7hNcI/?igshid=48yv63cy3sdw

 

Bicha de Claudelina