Hace dos o tres años comencé a tomar clases de bordado artístico.
Que no es lo mismo que bordar. De verdad, esas labores que nos enseñaron en el colegio, o en nuestra casa, no es lo mismo que el bordado artístico o arte textil.
Son cosas un poco diferentes.

 

Bordar sin saber

Bordar

En casa o la escuela nos enseñaron a  bordar. Todos los puntos que aprendimos nos sirvieron para mejorar las técnicas. Nuestro pulso se entrenó, el tamaño de los puntos se unificó, nuestra memoria guardó la forma de hacer puntos distintos.

Aprendimos a reconocer las mejores telas; las que eran usadas; las nuevas; los algodones, los linos. Aprendimos a mezclar algodón con puntillas, lino con hilo de algodón, seda salvaje con hilos perlé.

Bordar

Los avances del bordado

Esas enseñanzas tuvieron como resultado los canesú bordados de los vestidos de nuestros hijos y sobrinos; de algunos manteles; de los nombres de los niños en los delantales del jardín y en la bolsita de tela donde llevaban las galletitas. También sirvieron para tener la técnica suficiente para coser algún botón que se nos salió de la ropa, y remendar más de una prenda.

Con el tiempo el bordado fue abandonado por nosotras, porque esas tareas eran «de abuelas», «de viejas», de gente «aburrida», y a nadie le gusta que nos digan cosas feas.

Si seguíamos bordando lo hacíamos en casa, adentro. Las que bordábamos en todos lados seguimos llevando nuestras telas y los hilos de un lado para el otro, pero no era una tarea popular. Y todo eso, sin tener en cuenta que las grandes casas de alta costura del mundo usaban el bordado a mano en sus mejores prendas. Que las telas de esos vestidos maravillosos que veíamos en las revistas de moda bordaban  a mano primero la tela, para luego confeccionar la prenda.

 

Bordar y tejer son el nuevo yoga

La velocidad de la vida y de las comunicaciones, hizo necesario encontrar pausas en las actividades cotidianas. La rapidez con que las imágenes de los teléfonos, las tablets y los televisores invadían nuestras retinas fue haciendo necesario que, para quienes queríamos conservar una vida pausada, debiéramos entrenarnos en actividades que nos ayudaran a abrazar esa pausa.

Así fue que el bordado y el tejido resurgieron hace unos pocos años como una actividad meditativa, en la que la forma repetitiva de su realización hace que el cuerpo se aquiete, la mente se tranquilice, y el conteo de puntos, lazadas, varetas, y vueltas nos permita pausar momentos del día.

Si logramos disfrutar de ese proceso luego podemos buscar un grupo de bordado o tejido. Primero para buscar hacer cosas nuevas, y por añadidura para relacionarnos con otra gente. En esos ámbitos podremos encontrar afinidades y diversidades, y allí elegiremos nuestras preferidas.

 

 

Arte textil

En ese camino es que incursioné en el Arte Textil. 

Primero tuve que entender que no todo lo que uno hace con manos debe tener un fin utilitario, sino que puede ser por amor al arte. Un camino algo entreverado, pero no imposible.

Luego de asistir a un par de talleres de bordado en los que repasé los clásicos puntos de bordado que ya sabía, y otros que nunca había practicado pero que me sirvieron para aprender, es que encontré un taller de bordado de arte textil y allí comenzó el desafío de desaprender lo aprendido.

Y si, cuando sabés bordar y te enseñan que eso no importa, que con saber hacer tres puntos es suficiente, que el bordado admite el nudo del hilo por detrás de la labor (algo impensado en el bordado tradicional), que si bordás y no queda perfecto no hace falta deshacer sino que hay que observar y continuar por donde «nos pide» el bordado, son todas pautas que no tenía incorporadas y a medida que bordaba iba experimentando cada una de ellas.

Es que una de las tantas cosas que experimenté fue el darme cuenta que nos en muchas de nuestras actividades manuales nos quedamos en el proyecto, en mirar la imagen en Pinterest, y luego nunca practicamos ni un punto de lo que vemos.

En el taller de bordado es un «manos a la obra». A practicar puntos, relieves, texturas, distintos hilos y telas, paletas de colores diferentes. Hay mucho por hacer y aprender.

 

#YoFuiaLollapalooza

Así fue que de una foto de Guido cuando fue a ver el recital de Lollapalooza es que dibujé a mano alzada su imagen y empecé a bordar.

Colores fríos, colores cálidos. Imperfecciones, texturas, un desafío, para luego llegar a la obra final.

Un orgullo personal, permítanme decirlo. Nunca pensé que llegaría hasta aquí. Y además que el Museo Popular de Arte José Hernández de la ciudad de Buenos Aires, me eligiera para mostrarlo en el XIV  Salón de Arte Textil.

Invitación para todos

 

Con Guido en el Museo José Hernández

 

La muestra estará abierta hasta el 14 de octubre de 2018. Vale la pena visitarla para ver las obras textiles que son bellísimas.
¡Están todos invitados!

Gracias a mi profesora Marían Cvik del taller El bordado como Trazo

 

B I C H A 

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