¿Cómo se enlaza la escritura con lo textil?
Las palabras tienen importancia. Significan, definen, ayudan a imaginar, a conocer, descubrir.
Las palabras calman, asustan, acompañan.
El lenguaje es el vehículo que usamos para conectarnos socialmente. Las palabras lo son para expresarnos y mostrar quienes somos.
Podemos escribir de muchos temas, pero hay algunos que nunca tocaremos. No nos animaremos a escribirlos, no por ser políticamente incorrectos o religiosamente controvertidos, no, son temas que no abordaremos porque no nos representan, no son parte de nuestra esencia.
Hasta los pensamientos más profundos podemos escribir, pero algunos no saldrán nunca a la luz, porque son fantasmas, miedos, que tratamos de quitarnos y no queremos que sean los protagonistas de la escritura.
Cuando bordamos pareciera que sucede lo contrario.
Buscamos una frase que debe entrar en una determinada medida en centímetros, que tendrá la responsabilidad de condensar una idea, y que será expuesta de una manera texturada, con relieve, que se puede tocar y sentir. A diferencia de la escritura en papel que es lisa, uniforme y que no se verá de un pantallazo sino que demandará de otro elemento: el tiempo para leer.
Por eso, cuando bordamos buscamos esa palabra que represente aquellos miedos y fantasmas. Si bordamos la palabra “angustia” pondremos en ella horas de trabajo que nos llevarán a pensar en los episodios que la contenían, y cada puntada será una estocada en nuestro interior. Si ponemos “cárcel” “preso” “reja” reflejaremos en unas pocas letras todo el contenido de la soledad, la indignación, el miedo; y cada punto tejido al crochet para formar las letras tendrá el peso del encierro.
Escribir en papel es una tarea fluída que permite desarrollar ideas que avanzan mientras nuestros ojos pasan de una página a la siguiente.
Bordar palabras es una tarea minuciosa que remarca cada tramo de letra en cada puntada, haciendo surcos.
BICHA DE CLAUDELINA
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